sábado, 30 de mayo de 2009

Ya han llegado

No sé en qué momento exacto de estos quince días pasados pero ya han llegado, ya están aquí...
Los reconozco por esos chillidos agudos que me despiertan cada mañana, por ese aleteo grave que susurran sus alas al pasar cerca de mi ventana. Hace un par de años ni siquiera habría reparado en ellos y sin embargo ahora me maravillo descubriendo su negra silueta dibujada contra el cielo.
Son los vencejos:

Aves migratorias, que a partir de mayo huyen de las lejanas tierras de África en busca de alimento y de un clima más favorable. De plumaje grisáceo-negro, alas amplias y fuertes, unos centímetros más largas que la cola para poder mantener un vuelo estable. ¡Duermen en pleno vuelo! No es infrecuente encontrar alguno despistado, tímidamente agarrado a una pared, a la espera de una mano amiga que le ayude a remontar el vuelo.
Para saber más... aquí

domingo, 17 de mayo de 2009

Serrat



Aquí estoy, intentando empollar un enooorme montón de temas al son de las melodías de Serrat. Y no es que acostumbre a estudiar con música, no. Qué va... Es que a algún vecino desconocido, en algún punto desconocido de mi patio de luces, se le ha ocurrido amenizarnos la tarde a todo el bloque de manera desinteresada. Qué majete. Ainssss...
Voy a acabar recitando aquello de "La Sociedad Anónima... nació en el Mediterraaaaaneoooo" (que tampoco sería del todo mentira).
Dios, ¡¿por qué inventaste a los vecinos de manzana?!

sábado, 16 de mayo de 2009

Tarde de compras



Tarde de compras, tarde de paseo. De chicas, de confidencias y marujeos. De tres vestidos nuevos y un café con hielo... ¡ah! y medio sandwich accidentado, jajaja.
Entramos a la cafetería L. y yo, ella quiere un croissant y un batido y yo un heladito. Viene el camarero (C):
-Yo: ¿Tenéis helados?
-C: No
-Yo:Venga, bah, pues un café con hielo.
-L: Yo un croissant y un Cacaolat.
-C: ¿Un qué? (con cara de "lo queeeé?")
-L: Un batido de chocolate
-C: Uy, no sé si tenemos. Al otro camarero: ¿oye, tenemos batidos de chocolate? El otro contesta: sí, sí. Nuestro camarero se va...
Al rato vuelve:
-C: Oye, que no tenemos bollería. Si te apetece puedes cogerte algo de la carta, una tosta, un sandwich... (igualico que un croissant dulce, jaja).
Al final L. se pide un sandwich mixto. El camarero se va...
Al rato vuelve:
-C: Oye, que no tenemos pan fino, ¿te da igual si te lo hacemos con pan gordo?
Mi amiga y yo nos miramos y mientras yo ahogo una carcajada le dice que vale, que con pan gordo también puede ser.
Desde luego, pobre hombre, hoy no era su día. Al rato se le ha roto un vaso y nos han saltado los cristales por encima. Pobrete, a ver si mañana se levanta con mejor pie.


* ¿¿¿A vosotros no os suena el Cacaolat??? Era un batido de cuando era pequeña, yo juraría que aún existe... ¡para mí es todo un clásico!

miércoles, 13 de mayo de 2009

Hoy


Hoy no voy a poner comentarios tristones como los de estos días... Dejaremos que el tiempo pase y que traiga lo que tenga que traer.

Sólo puedo decir que, para variar, el tiempo hoy se me ha encogido como suele y sin embargo no tengo la sensación de haberlo perdido. Unas horitas al sol tirada en la hierba -sí, sí, aunque sea estudiando-, desviando de vez en cuando la mirada hacia el vuelo de algún pájaro solitario, han reconfortado un poquito mi alma y han vaciado de mi bolso un paquetito entero de pañuelos. Aysss, esa alergia...

En fin, que he recargado energías para mañana y para esta noche que será larga por todo lo que queda por hacer.

Algo que se rompe


No sé si habéis tenido la desdicha de sentirlo alguna vez: cuando una relación se rompe (no me refiero necesariamente a algo sentimental sino a cualquier relación de amistad, colegueo o similar) hay siempre una parte de nosotros que se rompe con ella.

Puede haber discusiones, piques, malentendidos... que tras una breve charla o una copa se olvidan. Y en nuestro fuero interno sabemos desde el comienzo que así será.

Pero hay también situaciones y momentos, en ocasiones bruscos e inesperados, en los que sentimos que algo ha quedado roto. Algo que quizás se construyó demasiado frágil sin que las partes repararan en ello y que tras unos pocos vaivenes se hace pedazos imposibles de recomponer.

Bueno... pues esa sensación de vacío es lo que nunca voy a aprender...


domingo, 10 de mayo de 2009

Sí... pero no

Vale que soy indecisa. Vale. Y cabezona. Vale. Y... que cuando me tiran los trastos salgo huyendo despavorida. Pero ¿hace falta meter la pata taaanto?
Jamás voy a aprender.