sábado, 29 de noviembre de 2008

Dos caminos


Ayer fue un día peculiar. Estuve con tres personas completamente distintas entre sí; las tres tienen unos pocos años más que yo y representan, simplificando, las dos opciones de vida que se plantean ante mí.
A las dos primeras las acababa de conocer y ni siquiera sé si volveré a verlas: investigadoras, residentes en USA y a las que, según me comentaban, se les hace cada vez más pequeña nuestra ciudad de origen, de manera que intentan enlazar un proyecto con otro fuera de ella. Ambas hablaban del desarraigo que sienten los expatriados, que en su país de acogida son extranjeros y en su ciudad o país de origen se sienten ahogados. Es la ajenidad de quien no se siente parte de nada, quien dejó su entorno y evolucionó y a la vuelta percibe cómo su entorno también evolucionó, pero en un sentido radicalmente distinto.
Ambas comentaban la sensación que les produce encontrar viejas amigas casadas y con hijos, cuando ellas están disfrutando aún de una etapa anterior...
A la tercera la conozco desde hace aproximadamente un par de años. Trabajadora también, casada, acaba de dar a luz a su segundo hijo. Un proyecto de vida en común, dos niños preciosos a los que proteger y enseñar a vivir... pero también, es cierto, una enorme responsabilidad. Quizás ésa sea la diferencia entre la juventud y la vida adulta, el papel que uno adopta ante las situaciones cotidianas: ser protegido o ser protector.
Dos modelos igualmente apasionantes aunque radicalmente distintos: el primero, por lo grandioso, por lo enriquecedor de viajar y conocer gente y lugares distintos. El segundo, por lo delicado, por lo hermoso de ser el punto de referencia de dos personitas y de tener un compañero con quien recorrer el camino.
Me quedan seis, a lo sumo ocho meses para decidir qué sendero tomar. Quizás uno, quizás otro. Quizás recorra uno hasta la mitad del camino y luego busque un atajo para llegar al otro; no sé...

jueves, 20 de noviembre de 2008

Ratón con alforjas


No me gustaba el título del blog (ni media docena de entradas y ya vamos cambiando cosas...) así que lo he cambiado. Esa soy yo: repienso las cosas un buen puñado de veces y casi siempre acabo retocando algo. ¿Perfeccionismo o indecisión? Supongo que un poquito de ambas y no creo que sea malo siempre que sea eso, sólo un poquito. En su justa medida y no más.
Volviendo a lo del título, hoy me ha venido a la cabeza esa expresión: "ratón con alforjas". Así me llamó mi padre una vez, hace ya unos cuantos años, cuando, según él, intentaba acumular más trabajo del que podría sacar adelante. Me hizo gracia la frase aunque me desconcertó un poco que me considerara tan debilucha... ¿Y si tenía razón...? Quizás en parte la tenía, hay veces que parezco un pobre ratoncito asustado. Pero aquella vez conseguí llevar mis "alforjas" sin perder nada y sin tan siquiera arrastraslas y así espero hacerlo de aquí en adelante. No es tan malo ser un pequeño ratón...

viernes, 14 de noviembre de 2008

Miedo a crecer...



Me permití tomar a Meche este texto prestado (así le hago propaganda del blog), aquí tenéis el link original: http://bananamoon.wordpress.com/2007/03/03/el-miedo-a-crecer/
No habría sabido describirlo mejor.


"Crecer, madurar y hacerse adulto da miedo. A medida que uno va creciendo nos enfrentamos a lo desconocido, asumimos riesgos, ponemos a prueba nuestras capacidades, sentimos inseguridad, en conclusión, una infinidad de sensaciones que van a la par del crecimiento. En estas circunstancias nos volvemos vulnerables por que renunciamos a la seguridad de lo cotidiano para explorar nuevos terrenos. La adultez aparece como incertidumbre, como un deseo de tener las cosas bien claras. ¿Qué miedo nos da crecer no? Que lindo seria poder ser un niño de por vida, sin responsabilidades, sin problemas, sin dolor… y es que el crecimiento trae dolor, de una u otra forma crecer duele y aceptarlo también. Pero a veces lo que da miedo es ver como nos acercamos hacia aquello que criticábamos en los adultos.Se cree en que la adultez debería ser estable, pero la realidad nos muestra otras cosas: es posible quedarse solo, es posible vivir con un trabajo rutinario, es posible no independizarnos nunca…
Constantemente me dicen “Que madura que sos…” pero, ¿quiero eso o quisiera vivir la vida como una chica de mi edad…? ¿Por qué desde los 17 años deje de disfrutar el hecho de salir a bailar? ¿Por qué no le encuentro un sentido al estar con 5 tipos por noche y mis amigas de colegio si? ¿Por qué tengo un novio 10 años mayor?, ¿por qué mis padres nunca me castigaron?, ¿por qué nunca tuve limites de horarios ni tener que avisar cuando llegaba a destino? La inseguridad me gana esta partida… ¿realmente estoy satisfecha con la vida que llevo?, ¿me siento plena como persona y como mujer? … en el peor de los casos, el hecho de crecer no es un acto voluntario, es como hacer latir al corazón, uno no puede simplemente hacer que pare, no podemos dejar de crecer. El crecer es luchar contra los temores, los prejuicios y las creencias inútiles, es desarrollar un nivel mayor de conciencia de los propios actos y sentimientos.Madurar trae muchas preguntas y conflictos, pero ¿quién puede responderlas no? ¿Estaré perdiendo el tiempo? ¿Tendré que asumir aquellos deseos reprimidos de una vez? ¿Tendré que estudiar aquello que realmente me gusta? ¿Tendré que asumir que soy una más del montón? ¿Y si por hacer lo que es correcto me equivoco de camino? No lo se… muchas preguntas, pocas respuestas…"

domingo, 9 de noviembre de 2008

Casi... pero no

Casi vuelve a pasar. Otro buen puñado de tiempo sin escribir en el blog. Imagino que cualquiera con un poco de "psicología" cotidiana me tacharía de inconstante y quizás lo soy. Sin embargo estoy otra vez de vuelta.
Dos meses no es mucho tiempo pero estos dos últimos han traido muchos cambios. A los pocos días de mi último post recibí una oferta laboral de lo más interesante. Al margen de todo lo que he aprendido, ha sido una experiencia enriquecedora. He mejorado mucho como profesional y como persona.
Desde el punto de vista profesional cada día amanecía con un nuevo reto y me he sorprendido a mí misma saliendo airosa de ellos; yo que desde hacía tiempo me sentía tan poquita cosa...
Desde el punto de vista personal he conocido a gente encantadora, divertida, rebosante de felicidad. He aprendido a valorar más lo que tengo y lo que soy. He visto pasar gente afortunada, desafortunada, víctimas de la sociedad, héroes anónimos, canallas de verdad... He aprendido un poquito más sobre el ser humano, sobre nuestras debilidades y nuestros miedos, sobre nuestras miserias y nuestros logros. Y he trabajado codo con codo con profesionales de verdad, de los que disfrutan con su trabajo y pretenden mejorarlo día a día.
Ha sido un verdadero regalo conocerlos: a L., J., C., a sus equipos, y por supuesto... a E.