Hay dos cosas que me llamaron la atención (a parte, claro está, de la buena calidad musical del evento).
En primer lugar, su modestia. La Coral de Rabat es modesta, no cabe duda. No sé si utilizará uniforme en sus conciertos del Teatro Real pero en este concierto sus miembros iban vestidos con pantalón negro y camisa blanca, falda negra y blusa blanca, pero sin uniforme. Ni por asomo su presupuesto será similar al de, pongamos por caso, el Coro de la Comunidad de Madrid. Y sin embargo su profesionalidad, su calidad musical y su entrega al público son equiparables.
Por otro lado, y esto de veras me llamó la atención... ¡una de sus miembros era invidente! Me di cuenta (más bien se dio cuenta una amiga) porque leía las partituras en braille. Deconozco si en las corales europeas hay o no discapacitados, probablemente haya alguna "cuota" prevista legalmente para evitar que sean discriminados. Pero probablemente aquí no la haya y, sin embargo, ¡ahí estaba! Toda una lección de integración...
P.D.: no os precupéis por el minipost anterior, era sólo una reflexión de mi último viaje a España, en Semana Santa. Pero tranquilos que todo sigue, a veces más, a veces menos, pero siempre bien.
2 comentarios:
hola!!!
me alegro de que estes bien!!! Y si la verdad es que es ungran ejemplo de integracion.
Sigue disfrutando y cuentanoslo!!!
besins!!!
Es que realmente el oído y la voz no necesitan la visión.. es como con el tacto, las pocas veces que doy un masaje "veo" mejor con los ojos cerrados :)
Seguro que fué maravilloso
besos mil
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